Información sobre los apellidos italianos

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Origen de los apellidos italianos
Para el estudio del origen de los apellidos italianos es importante tener presente cómo surgieron las palabras nome (nombre) y cognome (apellido). En latín, el Nomen 1 era el identificador de la persona, mientras que el Cognomen 2 era el identificador de la Gens de pertenencia.
Lista de temas
“Dimmi come ti chiami e ti diró chi sei” (Dime como te llamas y te diré quién eres) El cognome (apellido) habla de un abuelo que llevaba un nombre o un sobrenombre, que practicaba un oficio o provenía de cierta localidad. El apellido es sobre todo, nuestro pasado.
La Gens era algo más que una familia, como la entendemos actualmente, era más bien el clan, el conjunto de todos aquellos que descienden de un mismo origen común, 3 era un amplio grupo de parentesco; dentro de la gens existían diversas familias, entendiéndose éstas no solamente como el parentesco de padres e hijos, sino algo más amplio, todos aquellos que estaban sometidos a la potestad del jefe de familia. 4 Los romanos sintieron la necesidad de agregar un elemento distintivo, que les permitiera identificar a dos personas diferentes que tuvieran el mismo Nomen y pertenecieran a la misma Gens y adoptaron los Cognomen o apodos que se referían a características físicas, al color del cabello, a la blancura de la piel, o a los hechos que habían caracterizado su existencia o de las campañas militares que habían llevado a cabo o de su lugar de origen, etc. 5
El cognome
La palabra italiana cognome (apellido) deriva del latín cun nomine, es decir ‘alguna cosa que acompaña al nombre’. 6 El origen del apellido como identificativo de una familia se remonta a los antiguos romanos: en los tiempos arcaicos solo se utilizaba el nombre, pero en los últimos siglos de la República se estableció el uso de la tria nomina. La tria nomina era un conjunto de tres nombres, por ejemplo: Marco Fulvio Nobiliore, Marcus Tullius Cicero, Publio Ovidio Nasone. 7 Este uso se fue perdiendo en los primeros años de la Edad Media, y los individuos eran conocidos por su nombre bautismal, un solo nombre personal, con connotaciones cariñosas en el ámbito familiar, a veces referido a las características de la persona o al lugar de origen o a la paternidad.
Con el cristianismo
El cristianismo y las invasiones bárbaras dejaron su marca en el origen de los apellidos italianos, ya que contribuyeron a difundir nuevos nombres; las posibilidades de elección se ampliaron y no existían grandes problemas para distinguir a los individuos. Pero, entre el siglo X y XI, a causa del crecimiento de la población, se hizo más difícil distinguir a un individuo de otro, la posibilidad de formar combinaciones comenzó a escasear y nuevamente fue necesario distinguir entre aquellos individuos con el mismo nombre e identificar aquellos que pertenecen a la misma descendencia. 8 Nació así el cognome (apellido) moderno, que podía originarse en el nombre paterno o materno, de un sobrenombre, de la nación o localidad de proveniencia, del trabajo o la profesión. Una etapa histórica importante fue el Concilio de Trento, que en 1564 estableció la obligatoriedad de tener un registro ordenado de bautismos con nombres y apellidos, para evitar los matrimonios entre parientes sanguíneos y parientes espirituales. En el conjunto de normas del concilio, se establecía la obligatoriedad del segundo nombre o apellido. De este modo, el sobrenombre o segundo nombre, se volvió hereditario. En cuanto al significado de los apellidos italianos, los dialectos regionales influyeron en gran manera en la formación de los apellidos y su diversificación, una característica casi única de Italia. Este proceso es conocido como cognominizzazione.
Apellidos y genealogía
A partir de todo lo expresado anteriormente, podemos ver la afinidad entre los términos latinos gens, genus (linaje, género) y genitus (géneros), lo que nos hace comprender cuán común es el concepto que dio origen a estas diferentes palabras y es el concepto de generar, dar origen; el gené griego (del cual deriva genesis = origen) que tenía el significado de elemento principal, progenitor. El término genealogía también es claro, como estudio (logía) de los orígenes (genè). 9
Clasificación de los apellidos italianos
Existe una clasificación muy general de los apellidos: consiste en diferenciar los apellidos en 5 grupos: patronímicos (derivados del nombre del padre), toponímicos (derivados del nombre del lugar), derivados de oficios y profesiones, apellidos derivados de sobrenombres y apellidos dados a los niños huérfanos o abandonados. Pero, atención con estas dos cuestiones:
- El apellido no siempre indica el origen real o la procedencia, por eso es preferible utilizar la expresión el apellido coincide con… y no el apellido deriva de…
- Un apellido puede ser encuadrado en una o más categorías al mismo tiempo.
Patronímicos
Emidio De Felice explica que gran parte de los apellidos italianos son patronímicos, es decir apellidos que derivan de nombres de pila. 10 Aproximadamente un 40 % de los apellidos italianos tienen este origen; en estos apellidos se hace referencia a la indicación del padre (patronímico) o la madre (matronímico).
Los nombres de origen germano constituyen la mayor parte. Estos nombres fueron introducidos en Italia durante la Edad Media por los longobardos y los francos y han tenido gran difusión por razones de prestigio, modas, costumbres, etc. Otra parte de los apellidos derivan de nombres de pila de origen latino (Adriani, Cesari, Martini), griego (Alessandri, Cristofori, Giorgi), germano (Bernardi, Carli, Federici), y hebreo (Adami, Baldassarri, Gaspari). El cuadro de los nombres propios se completa con los nombres de tradición cristiana, donde el latín se mezcla con los nombres de origen griego, hebreo o arameo. Hay que agregar además la presencia de un grupo de nombres derivados del español y del árabe.
Los patronímicos suelen estar precedidos por los prefijos de o di, (D ‘Amico, Di Giulio, De Luca, D’Angelo, Di Francesco) o del artículo determinativo lo (Lo Bello, Lo Monaco), o, en otros casos raros, de la forma fi, derivada de figlio di= hijo de: Ficini, Fittipaldi, Figiaconi. Otros apellidos derivados de un nombre propio terminan en i, por ejemplo: Bernardi, (hijo de Bernardo). El hijo de Giorgio fue llamado Giorgi o De Giorgio, o bien Zorzi (variante del Veneto). Los hijos de Antonio tuvieron como apellido: Tornetti, Tonini, Tognacca. Una sorprendente variedad de apellidos deriva de Antonio, Domenico, Giovanni, Giacomo y Pietro. En algunos casos el apellido se compone de dos nombres, en el cual es posible que el segundo nombre identifique al abuelo. Por ejemplo: Colaianni, es decir: “hijo de Nicola (Cola), hijo de Giovani (Ianni). También Guglielmipietro “hijo de Guglielmo, hijo de Pietro”.
Matronímicos
Los matronímicos son apellidos derivados del nombre de la madre y si bien no son tan comunes, reflejan el rol de algunas mujeres en épocas antiguas. Entre los matronímicos más frecuentes, Enzo Caffarelli 11 enumera: De Rosa – Viola – Rosa – La Rosa – Colella – Zanella (derivado de Giovanna – Juana-) Diana – Maretta (derivado de María) – Rema (nombre italiano antiguo del cual deriva perla)
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Toponímicos – Apellidos italianos derivados de nombres de lugares
Estos apellidos surgieron como consecuencia de las migraciones. El lugar tenía que ser conocido por la comunidad que aplicaba el toponímico, por lo tanto al individuo que provenía de villas cercanas se le aplicaba el nombre de la villa; si provenía de una ciudad, región o país más remoto, se usaba un nombre más general. Esta forma de apellidos es la que ha prevalecido en la Lombardía, donde se encuentran numerosos toponímicos: Albizatti (de Albizate), Bardelli (de Rardello), Besan (de Besana), Brambilla (del valle de Brembana en Bergamo); Locatelli (de Locate). A veces los toponímicos están precedidos por las preposiciones da, de o di. Los toponímicos se formaban también agregando un sufijo a la terminación del nombre del lugar de donde provenía la persona. Ese sufijo indica el origen del individuo. Por ej.: Anconetani (de Ancona), Recantesi (de Recanati), Mantovani, Fanesi, Bolognesi. La aplicación de este tipo de toponímicos dependía de la importancia económica, cultural, etc. de los centros poblados.
Apellidos derivados de oficios y profesiones
La profesión o empleo se utilizaba para identificar a una persona o la familia de esa persona, agregando la profesión al nombre. Por ejemplo: Fabbri, Ferrari (herrero). La actividad también era conocida por un objeto típico relacionado con el ejercicio de la misma, por ejemplo: Farina (harina) y Forni (horno), Zappa (azada, para los granjeros), Tenaglia (tenaza) o Martelli (martillo). En la lista de apellidos más comunes de Italia, encontramos a Ferrari y todos sus derivados: Ferraro, Ferrario, Ferraris, Ferrero, De Ferrari, Ferriero, Ferrerio, hasta a Ferrè e Ferrer todos derivan de la misma ocupación el fabbro ferrario, Faber Ferraris en latin , que seguramente en cada posibilidad era la ocupación del padre del neonato. Muchos apellidos derivaban de titulos o cargos honoríficos como: Conte (conde), Marchesi (marqués) o bien eclesiásticos: Papa, Cardinale, Vescovi (obispo). Pero, es importante señalar que estos apellidos no indicaban el origen de la persona, sino la condición de siervo de la misma, por ej: un trabajador de una abadía o perteneciente a la corte de un príncipe. Apellidos como Del Duca, Del Prete, De Piscopo, Del Monaco, Vasallo evidencian esta circunstancia. Otras veces, el apellido se otorgaba por características físicas, condiciones psicológicas o comportamientos que recordaban a un capitán de armas, a un príncipe, un obispo, etc.
Derivados de sobrenombres o apodos
Algunos rasgos distintivos de la personalidad o la apariencia identificaban a los individuos y sus descendientes. Estos sobrenombres surgen como necesidad en aquellas comunidades en las que los patronímicos o los apellidos derivados de profesiones u oficios no eran suficientes para identificar a las familias de las mismas. El apodo era a menudo asociado al color o forma del cabello. Algunos de los apellidos más comunes tienen este origen. Por ej: Rossi y todos sus derivados, el apellido más común en Italia, originado en los pelirrojos.
Muchas veces se utilizaban los defectos físicos para diferenciar a las personas y así aprecieron apellidos como Grasi, Grossi, Bassi, Corti, Lunghi, Sordi, Muti, Nani (enano), Brutti (feo), Malfatti (mal hecho), Piccoli (pequeño), Zoppi (rengo, cojo), Malvestiti (mal vestido), Debole (débil), Viscidi (resbaladizo, que se cae), Sciacanti, Minorati (retrasado), Dementi, Invalidi, Curvi, Malati, Pesanti (pesado, aburrido). Así como Gambarotta/o (pierna rota), Brazzorotto, Testasecca, Testaverde y la lista se volvería muy larga. Otros ejemplos: Balbo (o Balbi), del latín “balbus” (balcuceante) o Biagi, con sus derivados: Biagetti, Biasi, Blasi, De Blasi, Blasetti, que tienen un origen más o menos igual, derivan del adjetivo latino “blaesus” (balbuceante, que se le traba la lengua). Otros apellidos como Calvo o Calvi y sus derivados: Calvini, Calvino, Calvani, Calve‘, comunes en el piemonte y la lombardía con un núcleo en la sicilia meridional, o su análogo pelato (Pelati),con la variación dialectal pela’, o los más irónicos capillo (o Capilli), o el más raro Trentacapelli (treinta cabellos), siempre relacionados con los pocos cabellos presentes en la cabeza del portador del apellido. Muchísimos apellidos se originaron a partir de sobrenombres formados con la palabra Capo (del latín “Caput”: cabeza). Por ejemplo: Capolungo, Capilungo, Capone y Caputo muy comunes en el Sur de Italia.
Otros: Caponio, Capogrosso, Capogrosso, todos referidos al tamaño de la cabeza particularmente grande. Otros calificativos como Capotosto, o Capotorto están ligados en cambio, a cualidades morales e indicaban respectivamente a una persona testaruda (“tosto” significa duro en el dialecto del sur) y una “mente contorta”: un individuo de escaso razonamiento. En relación a los ojos, encontramos una buena cantidad de apellidos con significado positivo, derivados del genérico Occhio (ojos), por ejemplo: Occhiopinti, Occhibello, Occhiosano, Occhiodoro, Occhionero. Otros más desafortunados fueron: Occhiogrossi, Occhiochiuso (relacionado tal vez con malformaciones en el párpado), Quattrocchi, relacionado con aquellos que utilizan anteojos. Más directo es el apellido Guerci, con los relacionados: Guercio, Guercia, Guercini, Gercioni, Gerciolo, y otros derivados: Ghersi, Gherso, Ghesini, Gheser (típico del Trivéneto), Derivados todos del adjetivo “Guercio”, esto es: ciego de un ojo, que ve mal. Significado similar tiene el apellido Berlusconi, presente solo en las provincias altas de la Lombardía, que deriva de la voz dialectal: “berlusch”: estrábico. Otro ejemplo proviene de aquellos que tenían una deformación en su espalda: la joroba o “gobba”. De allí el difundidísimo Gobbi, Gobbo, Gobbis, Gobetti, Gobetto, Gobbin, Gobbini, Gobbino, Gobello, Gobet, Gobetti.
Inventados
Los “trovatelli”
Un 10% de los apellidos italianos tienen este origen. Podemos diferenciar tres grupos en esta clase de apellidos: los “trovatelli” –aplicados a los niños expósitos-; los “augurali” y los “teofori”. Los “trovatelli”: estos apellidos eran impuestos a los niños que fueron abandonados y encontrados en las inmediaciones de iglesias, palacios o Esta clase de apellidos fue elegida por las instituciones religiosas o después del establecimiento del reg. Civil por el oficial Civil, quien alguna que otra vez se daba el gusto de inventar formas particularmente curiosas o ligadas al calendario o a las condiciones en que encontraron al niño. Así surgieron apellidos relacionados con los dias de la semana (Lunedino, Sabatino,etc.) y con los meses (Agosto, Agostiale, Marziano, Settembrino, etc.)
Estos apellidos varían según los lugares y tradiciones, aunque algunas formas estandarizadas son notables. Así tenemos: Esposito en la Campania, Degli Spositi en la Emilia, Proietti en el Lazio y Umbria, Trovato (encontrado) en Sicilia, Innocenti, Degl’Innocenti y Nocentini en la Toscana. Otros apellidos derivaron de la institución que recogía a los niños abandonados, en forma general como Casadio, Casadei (casa de dios) en la Emilia Romagna, Casagrande en Le Marche, Umbría, Veneto. O bien en forma específica como Colombo, Colombini = colomba, paloma; por el símbolo del “Ospizio di Santa Caterina della Ruota” en Milano. Se ideaban apellidos en relación al santo que se consideraba protector de la institución Santantonio, Sangiuseppe, Sangrato, en relación a Jesucristo (Gesú) Gesumio, Gesunostro, Santogesù, Gloriagesù; con la Virgen Santamaria, Nostramaria, Mariano; con Dios Santididdio, Diotallevi, Graziadio; o con la cruz Santacroce. También se inventaban apellidos para aquellas familias o personas de origen extranjero, cuyos apellidos resultaban de difícil traducción.
Los “augurali”
En el caso inverso, cuando se trataba de hijos deseados, a veces esperados por largo tiempo, descendientes de familias pudientes, o simplemente de parejas queridas por sus conciudadanos, se consideraba que el recién nacido merecía un apellido particular. Es así como aparecen los apellidos “augurales” que manifiestan el agradecimiento de los parientes o amigos por el nacimiento del heredero, que explican la alegría de los padres o los buenos auspicios de los conocidos para el niño y su familia. Gran parte de estos apellidos deben su origen al adjetivo “buono” (bueno), por ejemplo: Buonfiglio (buen hijo), Bonfiglio, Bonafligia, Bonfiglioli, Bonfioli. O Bonfante, Bonfanti, Bonfantini (típico del Norte y deriva del latín “bonus infans”: buen niño). Otros casos: Bonaventura (buena suerte que frecuentemente deriva en Ventura) o el raro Bonaugurio o Boninsegna (buena señal, típico del nor-este italiano).
Análogos, pero con una relevante connotación social son Bonaiutti (buena ayuda, difundido principalmente en la Toscana y Emilia Romagna). Bonáiti y Bonáita, son apellidos lombardos y derivan del vocablo antiguo “áita”: aiuto = ayuda. Buonaccorsi o Bonaccorsi, derivan de buono + accorsi, término medieval, típico de la Emilia que equivale a socorro, ayuda. Estos apellidos subrayan la función económica del hijo: “venido en socorro, en ayuda” a la familia pobre, futuro sostén de los padres con su trabajo. Más propiamente augurales son aquellos apellidos que indican futuras cualidades (casi siempre morales) del recién nacido: es el caso de Buoncompagni, que puede derivar en Compagni y Pagni, originados en la esperanza de que el niño pueda ser un buen compañero. También Bonamici o Buoamici, de la análoga esperanza de que el niño sea un buen amigo. Estos difundidos en el centro y norte. Otra serie de apellidos deriva del prefijo Ben, originado en el adverbio Bene. Por ejemplo: Bennato, Bennati, Bennate, Benato, Benato, apellidos populares en la Umbría y Toscana, producidos por la contracción de “bene nato”, es decir: bien nacido. Otros apellidos: Arrivabene, Ognibene (de la Emilia y Sicilia) que desea todo el bien al recién nacido, o Bentivoglio, Bentivoglio (Ben ti voglio: ni más ni menos que te quiero mucho). Benvenuto (presente en la Liguria) con Benvenuti, y Benvenute que aparece contraido en Nute en la Toscana, que dan la bienvenida al niño. Muy similar es el origen del apellido Benincasa, que tiene su epicentro en la Calabria, Campania y Lombardía. Puede ser interpretado como “bene in (questa) casa” es decir un apellido que saluda la llegada del neonato diciendo: “que sea un bien en esta casa”.
En la Campania se halla muy difundido el apellido Bencivenga, con las alteraciones populares Bencivegna, Bencivegni. También aparece la versión Bentivenga o Bentivegna, Bentivegni. En ambos casos el significado es casi idéntico: “che il bambino venga a noi bene” (que el niño nos venga bien) o “che il bambino venga bene a te (al padre)”.
Los “teoforos”
Estos son apellidos que contienen y expresan el concepto de Dios o de una divinidad. Ej: Laudadio, Dioguardi, Salvadei, Diodato, Amadio. En una forma más creativa, el apodo irónico se realizaba con un verbo y un objeto relacionados con una acción típica del individuo. Por ejemplo: Pappalardo (el que devora tocino). Otros apellidos derivaban de razgos morales: ej: Selvaggio, Allegreti. Este tipo de apellidos era común en la Italia Meridional. Los nombres de animales se utilizaban con el mismo propósito, la ironía. Así surge el apellido Mosca (por alguien de baja estatura o considerado insignificante), Cavallo (una persona grande o de dentadura grande); Gatto, Grillo, Lepore, Volpe (zorro). Finalmente, un apoco podía originarse en algún rasgo de los escudos de armas de las familias, como D’Argento (de plata), D’Arco, Mazzei (de mazo).